Árbol de la Vida y la Unión

EVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA

Como todos los seres de la naturaleza, los humanos evolucionamos. Nuestra realidad actual como seres vivos ha recorrido caminos complejos, casi nunca rectos ni definidos, llevados por la voluntad de sobrevivir con el uso de nuestras capacidades naturales.

Hemos tenido la suerte de alcanzar un grado evolutivo mayor que otros seres. Nuestro libre albedrío nos ha permitido desarrollar, cada cual y en sociedad, lenguaje simbólico, conceptual, conocimiento científico y sociedades cada vez más complejas dentro de lo que permite nuestro grado evolutivo.

La evolución social, sin embargo, lleva siglos con pocas novedades: seguimos con guerras de conquista, genocidios, sociedades jerárquicas, ignorancia inducida, beneficio privado contra el bien común….

En algunos casos, la respuesta social desborda el marco político, alumbrando una posible evolución, no genética sino cultural, que nos permita combinar la libertad individual con un nosotr@s social, que sea 100% democrático.

Una Evolución Democrática, que, por tanto, no sea violenta, no imponga, sea voluntariamente elegida y arrincone progresivamente la lacra burocrática que nos acompaña y cree, por tanto, una nueva ética social basada en una conciencia, iindividual y social, que nos haga intervenir, siendo protagonistas, en todo lo que componga nuestras vidas.

Poder Jerárquico

Desde que existimos como especie hemos convivido con poderes jerárquicos. Heredamos de nuestros antecesores primates esta característica que convive con nuestras habilidades sociales.

Jefes cazadores, sacerdotes, consejo de ancianos… han impuesto una disciplina a sus grupos humanos antes de la llegada del estado

Beneficio privado

El ser humano, por tener capacidad intelectual propia, usa su libre albedrío mirando por si mismo, como hacen todos los seres vivos. En todas sus acciones contempla su propio beneficio a pesar de ser un ser social.

Su ser social condiciona sin embargo su libre albedrío, necesita de la sociedad para tener una vida mejor que la que permiten por si mismas sus capacidades físicas y mentales. Si no quiere volver a un estado salvaje, sufrir la depredación de otros seres vivos… Necesita de la sociedad para conseguir alimento, ropa, techo, educación, salud, etc.

Movido por sus valores intenta transformar cuanto le rodea para conseguir una vida de realización plena, busca la felicidad. El ejercicio del poder personal y el beneficio privado están intrínsecamente unidos.

Las contradicciones entre nosotr@s y yo siempre se resuelven o bien con colaboración o mediante el dominio de unos poderes por otros creando una jerarquía que no suprime a la sociedad sino que la condiciona al poder dominante. La sociedad, ha sido mayoritariamente inconsciente a lo largo de nuestra historia y por ello el beneficio privado ha sido el dominante.

El mito del comunismo primitivo se ha mantenido vivo basado más en la suposición que en el análisis científico. Una sociedad muy simple, caza, pesca, recolección, no necesita del estado por la cercanía de las personas que conviven para realizar lo que dice la tradición celosamente protegida por los ancianos. Pero esto no significa que no había poder jerárquico. El jefe del clan ejercía tal poder manteniendo la cohesión de la comunidad, pero también se beneficiaba de ello imponiendo su sesgo, su beneficio personal, usando la posición creada por la sociedad para él. La misma situación para el brujo o sacerdote que podía movilizar a la sociedad con los símbolos místicos, interpretación de los dioses o brujería para las heridas que le permitían recibir sacrificios, ofrendas y bienes que engrosaban su poder personal.

Las funciones sociales se mantenían bajo estos pequeños poderes jerárquicos porque no podemos escapar de la organización social sin la que los niños y sus madres morirían durante el embarazo la lactancia o el aprendizaje mínimo para cazar y recolectar. No se mantenía a los ancianos, cuando ya no podían cazar, mas que por el conocimiento oral que acumulaban en una sociedad sin escritura; la longevidad permitía acumular para el grupo un mayor conocimiento del que todos se beneficiaban.
Se cuidaba a los heridos para no perder su poder personal, no olvidemos que se hacía igual con los esclavos en la antigüedad, de ello no deviene un proyecto social sino una reserva de poder.

Sacerdotes y otros jefes tribales empujaron a sus pueblos al asentamiento urbano. El estado nació burocratizado en las sociedades agrícolas sedentarias porque existían previamente el beneficio privado y el poder jerarquizado que lo defendía. Su evolución y el de la explotación para el beneficio privado han cambiado según el progreso científico. que ha permitido modificar nuestras funciones sociales y la propia complejidad de la sociedad.

El beneficio privado ha condicionado y condiciona el bien común, es dominante en la sociedad y en las organizaciones jerárquicas, incluido el estado.

Humanos

El ser humano evoluciona igual que otros seres del mundo animal; evoluciona en su relación con otros seres vivos de forma que ha pasado de ser uno más en la cadena trófica a ser la especie dominante amenazando la vida en el planeta. Evoluciona en su estructura social, de grupos pequeños y homogéneos, con liderazgos jerárquicos basados en la tradición, a estructuras jerárquicas complejas como el estado, naciones, imperios o bloques interestatales.

Tiene poder para actuar individualmente decidiendo su comportamiento que fluye de tres fuentes: Deseo, Emoción y Conocimiento. El ser humano es racional, social y emocional.

Actuamos cada cual, dependiendo de la sociedad en la que vivimos y según los valores, presentes en ella, que adoptamos como propios para definir nuestra identidad personal.

La identidad y el conocimiento personal de los elementos culturales de su época definen el sesgo del pensamiento, individualmente definido, que activa nuestras acciones.

Como ser social el ser humano no es solo ‘yo’ sino también ‘nosotr@s’, de forma que ser social e individual se complementan.

El ser humano adopta siempre una posición social personalizada en la relación con las combinaciones personales que se manifiestan en las personas de la sociedad con las que se relaciona. El comportamiento humano, por ser de su propia naturaleza, es determinante y previo a las consecuencia derivadas de la organización social, pero mantiene con ellas un equilibrio constante, distinto en cada persona. Inconscientemente recalculamos nuestra posición social haciendo que la esencia de nuestro ser sea de humanos relativos.

Este constante reequilibrio no se puede obviar en la construcción del bien común ni aplastar forzando la igualación. La igualdad de derechos, que debe proteger la ley para cada persona, no presupone la igualación para tod@s, y en caso de producirse se traduce en un atentado a la libertad e identidad propia que puede llevar al totalitarismo.

El ser humano para poder ejecutar su plan social, su realización como persona, y como integrante dentro de la sociedad, interacciona con otros para realizar su identidad y resolver los problemas que afronta el conjunto de la sociedad. Usa para ello su poder personal, se empodera en un mayor o menor grado, según su conocimiento, libre albedrío y posición social. Cuando no es así vive alienado, normalmente explotado por otros que obtienen así su poder, e incluso esclavizado en algunos momentos de nuestra historia.

Definimos siempre una política, un plan a trazar con otr@s, para conseguir de la sociedad esos cambios que permiten nuestro desarrollo tanto personal como social. Somos políticos por ser seres sociales distintos, con capacidad propia, y por ello percibimos en la libertad de la sociedad la nuestra propia.

El ser humano puede evolucionar si deja atrás lo que le mantiene unido al mundo animal: la competencia por el beneficio privado y la inconsciencia por sumisión a los poderes jerárquicos de la sociedad.

política de bien común

Política

La política​ es el conjunto de actividades que se asocian con la toma de decisiones en grupo, u otras formas de relaciones de poder entre individuos, como la distribución de recursos o el estatus.​ También es el arte, doctrina o práctica referente al gobierno de los Estados,​ promoviendo la participación ciudadana al poseer la capacidad de distribuir y ejecutar el poder según sea necesario para garantizar el bien común en la sociedad(( Wikipedia – Etimología, definiciones, historia, ciencia política, sistemas políticos…)).

La política es una práctica social con la que se persigue dar solidez, apoyo, justificación o fundamento al ejercicio del poder. Su calificación como democrática, o  no, se percibe de muy diferentes formas según sea la posición personal frente a tal ejercicio del poder. No es suficiente aportar para la definición las referencias clásicas ya que siempre se cumple el refrán de ‘depende del cristal con el que se mire‘, y cada cual tiene el suyo.

Está plenamente justificada la actitud crítica, según la experiencia concreta y/o conocimientos que cada persona o grupo tengamos al respecto. Por ello no es casual el desprestigio de la política y los políticos. Cualquiera que no se sienta integrado en el poder encontrará múltiples argumentos para adoptar una posición de rechazo, incluso absoluto, a algo que quizás necesite la sociedad.

Desde la ilustración a nuestros días hemos pretendido la realización del bien común con políticas homogeinizadoras que anulan la individualidad del ser humano provocando la ausencia efectiva de la sociedad en su definición. Una ausencia muy propicia para el beneficio privado de quienes se ofrecen a representar la voluntad de los demás. La corrupción y la alienación son fenómenos paralelos que se complementan perjudicando tanto al bien común como a las personas.

La política es en primer lugar individual, condicionada por nuestros valores personales, actitudes y aprendizaje, pero solo alcanza su pleno desarrollo en el plano social, implicando y afectando a todos aquellos con los que convivimos.

Para la realización del yo necesitamos siempre la realización de nosotr@s ya que, si así no fuera, el resto de la sociedad rechazará nuestros objetivos, por bien intencionados que sean. No podremos evitar incluir en nuestra iniciativa política personal los sesgos que nos caracterizan, de lo que se darán cuenta l@s demás más pronto que tarde, adoptando una actitud indiferente, de sospecha, de franco rechazo, o hasta agresiva según el caso.

Entre el beneficio privado y el bien común, la línea que define en que lado queda la iniciativa política es la participación de cuantos se van a ver afectados. Tod@s queremos un beneficio personal, pero no podremos realizarlo con nuestra identidad social sin la inclusión de quienes nos rodean.

Las instituciones políticas

Son los organismos con los que se ejerce el poder. Pueden ser mas o menos democráticas, o dictatoriales, según la forma de gobierno. Han evolucionado en su complejidad al tiempo que la sociedad se volvía más compleja pero hasta hoy han sido siempre esencialmente centralizadas, distantes de la ciudadanía, creando en su interior una casta política profesional dependiente del sistema político del que obtienen ventajas personales para su propio beneficio.

La política, que en pocas ocasiones ha sido democrática, ha estado marcada por el beneficio privado, por la corrupción que aparece en nuestra historia desde los orígenes. La República de Platón (385 a.c.) es el primer testimonio y búsqueda de soluciones para el problema. Por ello la participación, salvo en momentos revueltos, tiende sistemáticamente a volverse formal de forma que es el sistema político ((Wikipedia – Un sistema político es la plasmación organizativa de un conjunto de interacciones que son estables a través de las cuales se ejerce la política en un contexto limitado por la población.​ Este sistema está formado por agentes, instituciones, organizaciones, comportamientos, creencias, normas, actitudes, ideales, valores y sus respectivas interacciones, que mantienen o modifican el orden del que resulta una determinada distribución de utilidades, conllevando a distintos procesos de decisión de los factores, que modifican la utilización del poder por parte de lo político a fin de obtener el objetivo deseado.)) el único decisivo para el poder del estado.

Política de Bien Común

Si el bien común es aquel que beneficia a to@s la Política del Bien Común es aquella en la que participan tod@s para realizar su identidad, tanto individual como colectiva, sin perjudicar a ninguno de los individuos a quienes afecta.

Para ello debe ser cercana a la ciudadanía, con instituciones livianas, incluso temporales, desprofesionalizadas, que dependan por completo de ella, para que el beneficio privado no termine sustituyendo al bien común.

Política local, comarcal, regional, continental, mundial, pero siempre directa y cercana. Sería un sinsentido una política local contradictoria con la global. La Planificación Distribuida ayuda a que la correlación sea efectiva sin eliminar la participación en ninguno de sus niveles.

Autodeterminación, desde lo local y lo individual, hasta cualquier ámbito social en el que personas o grupos humanos sientan que sus identidades son distintas del resto de la sociedad y deben intervenir para gobernarlas.

La Política de Bien Común requiere un aprendizaje de la sociedad y de cada persona, una Educación para la colaboración que incluya prácticas sociales que la faciliten, creando una cultura ética y moral adecuada.

Con el dominio del bien común lo lógico es que cada persona sea un político consciente, de sus intereses y de los comunes, y que sus participación sea evaluadas más por sus acciones que por el discurso.

El dominio del bien común cambiará el Contrato Social entre la ciudadanía y aquellos a quienes se confíe la realización de los acuerdos comunitarios.

Transición

Entre el dominio del bien privado y el dominio del bien común debe haber una etapa transitoria inevitable en el que se transforme lo viejo para abandonarlo y se cree al tiempo un nuevo orden social fruto de nuestra evolución individual y colectiva.

Como en todas las transiciones será inevitable un aparente caos económico, social, político e institucional en el que el protagonismo político pase de las instituciones jerárquicas a la ciudadanía consciente que progresivamente abandone su alienación, se dote de nuevas instituciones y la cultura necesaria para el bien común.

El número de personas activas, interconectadas para conseguir un fin, es determinante para los retos que se pueden abordar y los que, por contra, deben esperar. El ejemplo que con su acción causen las personas que gobiernen el bien común que les afecte son determinantes para el contagio del resto de la sociedad.

Nunca la minoría obligará al resto a dar pasos que no les convenzan, ni para su bien. En tales situaciones es preferible cultivar la evolución facilitando la información necesaria, y/o la educación en su caso, o ambos, para que transcurrido el tiempo necesario sean ell@s mism@s quienes tomen la iniciativa.

La transición puede estar acompañada de sufrimiento social, heredado del viejo caos, por incomprensión o falta de preparación para los retos a abordar. Buscar atajos encargando la tarea a alguien nos devolverá, como ya ha sucedido, al viejo orden jerárquico en el que domina el beneficio privado, aunque sea con un discurso que lo encubra, de conveniencia para la distracción .

Las Organizaciones de Bien Común pueden facilitar el tránsito y el número de personas que se incluyan, pero no deben en ningún caso organizarse para el ejercicio del poder, por muy horizontales que sean, ya que una posición privilegiada ante el poder siempre despertará en sus filas el ansia por el beneficio privado.

Su papel es educar, informar, formar, practicar… para que las personas despierten y, conscientes de su responsabilidad, decidan ejercer el poder en aquello que les competa como parte imprescindible para definir socialmente el bien común.

En la Transición al bien común decides tu para ti, con tu comunidad para tod@s, nadie más.

Empoderamiento

Cuando contratamos u obtenemos como servicio el poder de una empresa, cuando vamos al médico o a un centro de formación renunciamos a realizar tales labores porque su especialización nos supone un beneficio personal que no podríamos obtener en el tiempo en el que necesitamos su intervención.

Es imposible que un solo ser humano abarque todos los conocimientos, los domine y ejerza. El conocimiento ocupa lugar, y cuanto más compleja es la sociedad más inabarcable resulta para una persona individual, de ahí que los trabajos complejos solo puedan realizarse por equipos.
Las sociedades complejas tienden a crear de poderes jerárquicos que alienan a las personas, que renuncian, voluntariamente o por la fuerza, a desarrollar su propio poder.

Una persona empoderada es aquella que domina su poder personal. Los casos mas claros los tenemos en el mundo profesional en el que personas formadas en una especialidad desarrollan su experiencia en un grado acorde a las normas profesionales y convenciones sociales comunes a ellas. Su poder está personalizado, adaptado a sus capacidades, valores y experiencia con el que domina un territorio en el que desarrolla una actividad necesaria a la sociedad en la que vive. El dominio de su poder le aporta experiencia, seguridad y la curiosidad necesarias para la innovación.

Quienes se empoderan tienen capacidad para generar cambios, grandes y pequeños, que afectan, implican, o incluyen el poder de otras personas cuya colaboración es imprescindible para cumplir su función social.

Han contribuido al progreso científico/técnico, a la reivindicación social y a los fenómenos colectivos de empoderamiento, pero también han sido perseguidos por el poder establecido, como sucedió a muchos científicos de la ‘Revolución Científica’ de los siglos XVI y XVII, o en casos contemporáneos de mobbing laboral.

Corren riesgos en su propio entorno por ser diferentes a la mayoría conservadora de la sociedad que ve con recelo su actividad que puede ser percibida como una amenaza. Los cambios en su actitud, dedicación o posición social suponen primero una reto para el poder establecido al que se reclama que ceda competencias que domina y después, una vez se ha organizado el nuevo poder, se produce un reequilibrio en la organización social, un nuevo estatus que le incluye junto con las mejoras que aporta.

El proceso

El deseo de obtener la felicidad, la realización de nuestros valores, nos lleva a adquirir los conocimientos necesarios y a usarlos entrando en un proceso que puede ser personal o una combinación de empoderamiento social y personal.

El cambio de actitud se produce por iniciativa propia aunque la motivación y el conocimiento necesario se obtengan de forma inconsciente.

En la comunicación diaria obtenemos mucho conocimiento de otras personas que modifica la comprensión de la sociedad y puede motivar procesos de empoderamiento.

Pequeños cambios en el conocimiento que manejamos nos sitúan en una posición desde la cual se ve distinto lo que nos rodea, activan nuestras emociones y deseos de forma que cambia nuestra actitud.

Si con el conocimiento adquirido mantenemos una actitud pasiva renunciamos a usar nuestro poder, aceptamos aquello que han hecho para nosotros (aunque sea nocivo para la salud, el medio ambiente, o la sociedad). Seremos solo nuevos consumidores en la nueva situación en la que hemos entrado como lo eramos antes en otras.

La nueva información sin embargo puede volvemos más críticos si sometemos a reconsideración decisiones previas o posibles decisiones nuevas. La actitud crítica puede llevarnos a usar nuestro poder para incidir con nuestros valores en la realización de determinados bienes o para obtener el derecho a hacerlo:

  • Nos hacemos ciudadanos empoderados si intervenimos de forma personal directamente en ellos o mediante recursos sociales (instituciones) fijamos por ley sus condiciones de realización.
  • Nos volvemos personas innovadoras, activistas, emprendedoras, asumiendo riesgos para conseguir mejoras tecno/científicas, económicas o sociales.

El dominio jerárquico habitual lleva a la propagación de la inconsciencia pero no anula la libertad del individuo de empoderarse, de actuar por decisión propia en base a su conocimiento y capacidad racional. Como el origen es un cambio de conocimiento el empoderamiento puede ser una decisión consciente, que se puede aprender, algo que ya se conoce por los expertos en recursos humanos que saben como educar la respuesta emocional.

Quienes dominan en la sociedad no suelen ver con buenos ojos el empoderamiento de otras personas en su ámbito de dominio, son cada vez más conscientes del papel que juega la información y si está a su alcance usan la desinformación como herramienta al servicio de su poder. Una persona desinformada es alienada, no es una amenaza para el poder establecido, pero puede llegar a causar daños, a si misma o sociales, si actúa convencida de la veracidad de la desinformación.

Empoderad@ Yo

Sin embargo una persona empoderada puede trabajar contra la sociedad si en la relación entre el nosotros y el yo opta preferentemente por este último. Su empoderamiento puede perseguir exclusivamente su beneficio personal y ser por tanto causa de explotación, daños sociales y corrupción. Creará una estructura jerárquica capaz de movilizar el poder de personas alienadas en su beneficio o escalará compitiendo en una estructura ya existente con el mismo fin.

Solo la existencia de una ética social mayoritariamente aceptada nos permitirá activar una respuesta moral de la sociedad capaz de detener la acción destructiva de pocas personas pero con un importante poder en sus manos.

Nosotr@s empoderad@s

En el equilibrio que se establece en cada persona entre el Nosotros y el yo hay siempre una relación contradictoria pero fluida entre empoderamiento y alienación de forma que aunque en la vida social predomine la alienación no es igual en cada individuo y en cada uno de los valores que integran su identidad. Así suceden fenómenos sociales de empoderamiento de pequeña escala que no atraen suficientemente a la prensa y pasan desapercibidos. Otros sin embargo nos imantan y nos hacen participar sin estar objetivamente en ellos como sucedió en las movilizaciones del 15M que introdujeron un nuevo vocabulario político y cautivaron a la mayoría de la sociedad.

En la primavera de 2020 la pandemia de Covid_19 atemorizó a la sociedad que se sintió indefensa y se organizó espontáneamente en redes solidarias. Se empoderó para fortalecer unos servicios sanitarios debilitados por la privatización. Muchas personas se ilusionaron pensando que la respuesta se extendería a otros aspectos sociales, sin embargo el empoderamiento no afectó a la comprensión global de la sociedad sino solo al riesgo presente de forma que meses después, en la segunda ola de la pandemia y una vez desactivadas las redes solidarias, volvieron los ataques a la sanidad sin que se volviera a producir la misma respuesta social.

Años antes en las costas de Galicia se fraguó una catástrofe medioambiental por el naufragio del petrolero Prestige sin producir una respuesta adecuada de la administración del estado. Grupos de voluntarios se empoderaron para salvar la vida y la belleza de la Costa de la Muerte (Costa da Morte).

Son muchos los episodios como estos en los que se produce un empoderamiento espontáneo de la sociedad. En ellos siempre se da una revisión de donde empieza y termina el bien privado y donde empieza y termina el bien común. Recordamos los casos más impactantes, las revoluciones que implican a la mayoría de la sociedad cuestionando el poder del estado. En todas ellas se producen situaciones espontáneas de doble poder en las que la sociedad empoderada quiere realizar sus aspiraciones y producen en muchos casos daños a la sociedad que sus protagonistas, de haber actuado de forma consciente, no aprobarían.

La literatura política hasta hoy día vive cegada por estas situaciones que pretende controlar y a las que ha convertido en fetiches del cambio renunciando a comprender los fenómenos sociales en su aspecto humano que contienen tanto el problema como la solución si aprendemos como funciona en nuestro ser colectivo el conocimiento y los valores sociales e individuales que activan la búsqueda de la felicidad, que subyacen en la inteligencia colectiva que se genera y viven en cada una de las acciones en las que las personas concretas que los llevan a cabo son decisivas.

Poder

A diferencia de otros seres sociales cada ser humano tiene poder para actuar por si mismo gracias a sus capacidades y raciocinio individual. El poder personal tiene sin embargo características sociales porque no podemos prescindir de la sociedad para realizar nuestra identidad, valores u aspiraciones. La posición social de cada persona, sus condiciones, así como el conocimiento que tiene de ellas, deciden cada acción, según el estado emocional con el que afronta la situación.

El poder personal, actuando en la relación social, puede parecer arbitrario porque cada persona actúa defendiendo lo que tiene, como haría cualquier animal en la naturaleza. Cada persona pivota sobre su base de poder, aquella que domina, que es distinta y variable (relativa) en cada individuo.

Los animales rigen su acción instintiva por su información genética. Los seres humanos, como seres racionales, modificamos nuestra posición según el conocimiento al que tenemos acceso lo que incluye las respuestas emotivas, casi inconscientes, sobre las que existe un aprendizaje previo y que por tanto se pueden educar.

Las relaciones de poder, entre personas empoderadas, conscientes de su dominio personal, pueden causar graves problemas sociales si no hay una educación para el bien común ya que puede imponerse el instinto animal de la conservación, la lucha competitiva.

La sociedad alcanza su equilibrio, la tan traída y llevada ‘paz social’, por muchas vías, incluidas tanto la violencia como un proceso electoral institucional. Supone normalmente muchas cesiones de poder, un consenso, de inacción por quienes lo ceden, que permite el ejercicio del poder dominante, de todos los poderes dominantes.

Las personas que consiguen proyectar su poder personal a toda la sociedad, o una parte, imponen a esta las condiciones de su poder creando una relación enfermiza que daña a l@s dominad@s que deben renunciar a realizar su identidad y valores para que se impongan los de quienes dominan. Esta relación de poder, dominio/sometimiento, cumple siempre una función social en la que se desarrolla una relación jerárquica basada en la posición exclusiva que domina, una persona o grupo, sometiendo a quienes influye al poder jerárquico, la denominamos burocracia.

La burocracia se forma espontáneamente en la relación social cuando alguien, o un grupo, asumen como propia una acción que precisa la sociedad. En esa acción introduce, inconscientemente primero, sus valores y realización personal, a continuación su beneficio personal del que es plenamente consciente. La corrupción es la consecuencia directa de la burocracia, y de la inacción social. Existe desde que surgieron la especialización y la explotación humana.

Son burocráticas las organizaciones jerárquicas que reservan por naturaleza lugares privilegiados para el ejercicio del poder: los estados, gobiernos, los organismos supranacionales, los partidos políticos, la mayoría de las empresas, los sindicatos y organizaciones sociales estabilizadas, los ayuntamientos, juntas vecinales…

Entre las organizaciones jerárquicas hay siempre relaciones de dependencia que implican el reconocimiento del poder superior, una relación de vasallaje de la que devienen beneficios mutuos. La burocracia persigue la estabilidad en todas las escalas que garantizan su privilegio por lo que oculta sistemáticamente la corrupción del otro de la que podrán disfrutar si corre el escalafón.

La estabilización del poder burocrático conlleva la creación de una cultura tolerante con la burocracia y la corrupción, la renuncia regular y sistemática al poder personal, por delegación de tus responsabilidades en otr@s, que lo asumen como propio. Los profesionales de esta cultura viven de ella y se promueven conscientemente para obtener beneficios personales.

Es lo mas probable que el estado fuera burocratizado desde sus inicios, el primer testimonio escrito nos lo dejó Platón en La República (370 a.c.).

La cultura burocrática presupone la ausencia de una cultura del bien común. El poder de tod@s y por tanto el beneficio de tod@s, incluye el beneficio privado, insostenible, con costes sociales y explotación.

Nosotr@s

Como ser social el ser humano no es solo ‘yo’ sino también ‘nosotr@s’, de forma que ser social e individual se complementan.

El ‘yo’ es objetivo, se manifiesta en cada persona de forma natural ya que cada persona aprende, tiene capacidad racional y emociones propias. Su poder e identidad, siendo individual, se completa con los valores de la sociedad, en los que se identifica, y el poder desarrollado por ella para estos valores (forma concreta en que se han desarrollado).

La identidad social y personal de cada persona son inseparables, no las diferenciamos por lo que es normal que hablando de temas sociales de interés común confundamos el uso del ‘Yo’ con el uso de nuestro ‘yo social’ NOSOTR@S, que no es objetivo sino subjetivo.

Si intentamos definir el ‘Nosotr@s’ de un grupo, una identidad nacional, una asociación de cualquier tipo… nos vamos a los valores comunes que la identifican. Podemos tener incluso una definición perfecta de los valores grupales, sin embargo cada persona crea inconscientemente su propio sesgo de los valores subjetivos comunes. El nosotr@s de cada persona es un conocimiento vivo en el que no distinguimos lo objetivo propio de lo subjetivo común.

El ‘Nosotr@s’  está presente en todas las manifestaciones de inteligencia social, incluida la inteligencia colectiva entre individuos que no se conocen. Está presente en los trabajos de los artistas que captan y muestran en su arte los valores que nos permiten actuar en común. Su arte activa en nosotr@s referentes sociales de identidades colectivas.

Ellos, el enemigo

Quienes no encajan en la definición que cada persona tiene de su identidad social queda excluido de ella integrando un grupo generado por oposición: ‘Ellos’ son lo contrario, el ‘NO a todo lo que valoramos‘.

Hay siempre en la definición de ellos una base de conocimiento y experiencia distintas que generan acciones encontradas. La relación espontánea con ellos es siempre o bien defensiva o bien de odio. La actitud hacia ellos no se basa solo en opinión, muchas veces hay ingratas experiencias porque usan su poder para explotar o discriminar. La exaltación del NO y del odio puede llevar a la violencia entre ellos y Nosotr@s, una situación siempre deseable para quienes ejercen el dominio ya que sin ella lo pueden perder.

Tras cada NO se encuentra una valiosa experiencia que se pierde en el enfrentamiento social por la imposibilidad de compartirla. También hay mucha desinformación usada para atizar el fuego que pervivirá y se considerará válida si no hay forma de contrastarla con quienes tienen otra información.

Ellos no es una entidad estática bloqueada y siempre opuesta, clases sociales, como han pretendido las ideologías surgidas de la ilustración. Son seres humanos como los demás, susceptibles por tanto de evolucionar y que, como todos los seres humanos, están siempre moviendo su posición social, responden a cambios en el conocimiento, participan de la sociedad común y tienen emociones.

La lucha prolongada con ellos crea una fractura social con daños emocionales y materiales que, sin reparación, harán imposible un Nosotr@s común.

Los peligros de la inconsciencia

Durante milenios la humanidad ha actuado inconsciente de la relación entre su identidad personal y la social de lo que se han derivado graves daños sociales. El más grave se encuentra en que la identidad social que permite a cada persona ser parte del nosotr@s e identificar sus valores personales, incluye su propio sesgo de forma que trabajando para el común puede pasar a trabajar inconscientemente para si mism@, obtener un beneficio personal, impropio de su labor, y terminar siendo un corrupto en las labores sociales que desarrolla.

La compañera de viaje de la corrupción es la inconsciencia; siempre van de la mano. Quien cede su poder personal a otros facilita la confusión entre los valores personales de las personas que encabezan el poder y sus valores sociales por los que se les ha confiado. Si no hay nada que contrarreste esta identidad terminará habiendo corrupción porque el ser humano no está educado para identificar y corregir el problema. Igualmente quien cede el poder será incapaz de empoderarse o recuperarlo, si es que alguna vez lo tuvo, porque al no intervenir en el desconoce todos los detalles o no tiene el conocimiento mínimo para ejercerlo que si tienen quienes lo han ejercido. Una persona que nunca ejerce su poder permanece de forma natural en la inconsciencia.

Quienes han cedido su poder no pueden dejar de ser seres racionales, contrastan el conocimiento adquirido con la experiencia de los bienes comunes y de ello generan un conocimiento vivo, exclusivo de cada persona, que sería muy valioso para mantener el bien común integrando a cada persona que comparte sus valores.

La táctica del poder burocrático es siempre la misma: usar esas diferencias evolutivas en su favor, manipulando y dividiendo a la sociedad para impedir que se unifique contra el. Si en su poder dispone de violencia la usa contra ‘ellos’ los díscolos y premia visiblemente a quienes no manifiestan actitud crítica. La mejor definición del ejercicio del poder burocrático se encuentra en los momentos más degenerados de su ejercicio del poder, el bonapartismo

La evolución de la sociedad respecto al poder burocrático no es homogénea, cada cual tiene su propia evolución, aunque en conjunto la especie mantiene unas características comunes similares en la época en la que conviven.

La idea ilustrada de la homogeneidad humana, cuando menos en grandes grupos, no sale muy bien parada. Tampoco la utilidad del estado para el bien común cuando este siempre beneficia a una parte y enfrenta al resto. La pervivencia de la jerarquía presupone inevitablemente la pervivencia de la inconsciencia por mucho que algunas personas con iniciativa consigan despertar.

Mucha destrucción ha causado a lo largo de la historia la lucha entre ellos y nosotr@s, puede causar más aún al borde del precipicio. Abocada la humanidad a encontrar un Nosotr@s planetario, imprescindible para la supervivencia, tendremos que aprender a superar la división social que recuerda a los enfrentamientos por el territorio y la supervivencia, a la competencia irracional e inconsciente propia del mundo animal.

Las personas conscientes, en situaciones que reclaman cambios en la sociedad, pueden motivar y sacar a flote el Nosotr@s, buscando la integración y la superación de la fractura social, si se dotan de las herramientas necesarias. Algunas sin embargo se autolimitan, inconscientemente caen en la moda postmoderna que les vuelve antisociales causando el efecto contrario al deseado

Antisociales

Siempre han existido personas que solo miran por si mismas e ignoran cualquier referencia social pero no por ello se retiran al campo para vivir aislados, como hacían los anacoretas. En muchos casos estos se retiraban para salvarse de la persecución.

Las personas individualistas (egoístas) intentan obtener lo máximo de la sociedad aportando lo mínimo posible. Comprenden a Nosotr@s para situarse en la posición de rapiña mejor para ellos. Es una posición muy común entre los delincuentes que viven en condiciones de marginación social. Son relativos como todos los seres humanos, pero los valores que definen su yo dependen de cada momento. Mienten con extrema facilidad para no perder oportunidades de beneficio personal. Son por naturaleza y práctica diaria antisociales, no les resulta difícil transgredir los límites éticos, morales o legales para volverse corruptos y/o delincuentes.

La era del conocimiento, que podría traer un cambio en el ser humano, ha creado por interés del sistema una nueva tipología de persona individualista: el oportunista posmoderno que, con un conocimiento superficial de cuanto le rodea, ha creado para ella una posición particular y original basada en una ambigüedad conceptual cuya finalidad última es llamar la atención y beneficiarse de una posición, que nadie más puede tener por estar diseñada a su medida, según el libre albedrío de su conveniencia.

Aparenta estar empoderada pero no encaja, a propósito, en ninguna comprensión común de Nosotr@s. Se dedica a romper los elementos conceptuales que pueden unir a la sociedad, el oportunista posmoderno es motivo de enfrentamientos sociales y división política de la sociedad, un aliado del estado.

Activando a Nosotr@s para la acción común.

El Nosotr@s nos permite actuar como grupo, nuestros valores nos movilizan con aquellas personas con quienes los compartimos. El deseo de cualquier persona consciente es que l@s demás también lo sean y colaboren en la acción por el bien común, algo que no suele suceder mas que en situaciones extraordinarias con un riesgo demasiado grave para dejar las acciones en manos de otr@s.

El Nosotr@s es más complejo que una visión unificada, grupal, de valores. Si nuestro ‘Yo social’ es un sesgo personal de los valores sociales, sucede igual con cada persona que integra el grupo del que se trate. En conjunto, en la expresión social del grupo, percibimos una conciencia colectiva en la que los sesgos personales son insuficientes para marcar una diferencia sustancial. Sin embargo son esas pequeñas diferencias entre los sesgos personales una fuente permanente de conflictos interpersonales, luchas de poder, cuya base son las diferencias objetivas, individuales, el conocimiento vivo con el que cada persona crea su nosotr@s.

Si se dan situaciones emocionales colectivas, algo que nos afecta a tod@s, actuaremos con aquellas acciones que socialmente hemos admitido como más adecuadas, por miedo, alarma, ira, o felicidad si es un logro. En esas situaciones espontáneas, rodeadas de fuerte presión emocional, como sucedió en los primeros meses de la pandemia de Covid_19, se activan los valores y la inteligencia social de forma que la comunicación para la acción pasa directamente al grupo, de forma transversal, facilitando el conocimiento común mínimo que permite la acción del Nosotr@s. Las redes de apoyo mutuo que se tejieron por la inseguridad que provocaba la pandemia son una respuesta natural del ser humano en la que el Yo objetivo de cada cual trabaja interactuando con el Nosotr@s subjetivo.

Los movimientos sociales que permanecen en el tiempo consiguen una base cultural común; superan los roces entre sesgos personales integrando en su patrimonio las diferencias de conocimiento individual que facilitan la acción social. Gracias a sus organizaciones pueden alterar la respuesta emocional espontánea por una acción colectiva, premeditada racionalmente y por tanto consciente. Los obreros ingleses de principios del s XIX, antes de constituir un movimiento social como tal y adoptar la huelga como respuesta organizada, destruían máquinas a las que consideraban responsables de su situación.

Entre las experiencias que llevaron al nacimiento del movimiento obrero inglés y la respuesta espontánea de la sociedad a covid_19 la diferencia es solo una cuestión de tiempo en la que la tecnología ha facilitado un acceso más rápido al conocimiento diferencial. La cuestión entonces no es la homogeinización de las personas, ni la tecnología, sino facilitar el acceso al conocimiento que nos permite actuar siendo nosotr@s.

En la acción social el ser humano actúa por decisión propia, por motivación. No percibe una pérdida de libertad a pesar de que actúa colectivamente, utiliza sus habilidades sociales para realizar los valores que le identifican social e individualmente. Se vuelve un emprendedor social, un activista, cuya actitud innovadora es prácticamente la misma que la del emprendedor económico o el investigador científico, está empoderado, igual que lo está el lo están quienes comparten el viaje de cambios en el que se ha embarcado. Son agentes de nuestra evolución humana y les será reconocido si tienen éxito.

Entre ellos y la sociedad pasiva las diferencias son de conocimiento y actitud por tanto cambios en ellos harán pasar a la mayoría pasiva al mismo estatus de agente de cambio. Ambas se pueden educar, somos racionales, pero la educación más valiosa para quien dé el paso hacia el bien común es hacer su propia experiencia de poder actuando como Nosotr@s porque es de esta forma como alimentamos el conocimiento vivo, la inteligencia colectiva, la conciencia social y la creciente conciencia global.

Felicidad

La felicidad es un estado emocional deseado por el ser humano. Una aspiración, un ideal a perseguir, que asociamos automáticamente a la idea de futuro, que nos ha acompañado en nuestra evolución. Como vivencia presente, es el estatus emocional que se produce cuando creemos haber alcanzado una meta deseada.

Dado que no siempre nos sentimos felices, la felicidad se convierte en nuestro ser racional en un objeto simbólico de referencia permanente, de forma social e individual. En su concepción tejemos los valores con los que generamos nuestra identidad personal y social.

En su acepción social la felicidad supone la realización de aquellos valores, manifestados en metas, tangibles o intangibles, que tienen una resolución objetiva.

La felicidad, como estado emocional mantenido en el tiempo, supone la realización de múltiples metas, personales y sociales, de muy distintos procesos (una secuencia), enlazados, o con suficientes conexiones personales y sociales, para que la percepción emocional se mantenga en el tiempo, sin vacíos ni tiempos compartidos con otras emociones.

La felicidad es el estado personal, permanentemente vivo, cuando nos realizamos individualmente pero en sincronía con el bien común