Organizaciones de la sociedad
Como seres sociales que somos hemos necesitado de l@s demás para realizar tareas que nos interesaban, para ello hemos creado organizaciones que cumplen determinadas funciones: La familia, la más básica, tiene individuos adultos que enseñan a los niños, los que están activos y jóvenes sostienen a ancianos, enfermos niños y mujeres embarazadas, unos cazan, otros recolectan, otros enseñan y algunos pintan en la piedra la vida que llevan aportando al colectivo los elementos subjetivos necesarios para mantenerlo cohesionado.
Hoy tenemos multinacionales que explotan recursos y mano de obra en todo el planeta, influyen o hasta cambian gobiernos, intervienen en los mercados financieros y juegan a su placer con los estados y sus ciudadan@s.
El rango de organizaciones que hoy tenemos es inmenso por la complejidad de la sociedad. Todas cumplen sus funciones, más allá de que las consideremos o no necesarias, justas, o destructivas. Los calificativos debemos atribuirlos a sus responsables, o en última instancia a quienes ejercen el poder, o lo toleran, o a la sociedad misma.
Son organizaciones las empresas, las asociaciones, los movimientos sociales con estructura, las instituciones políticas, las estructuras religiosas, las ONGs, la ONU, la Organización Mundial de la Salud, los sistemas sanitarios, Los centros de Investigación, las universidades y centros educativos.
Subjetividad y poder
Todas las organizaciones son centros de poder, en su conjunto conforman la estructura del poder en la sociedad. Son en su inmensa mayoría estructuras jerárquicas que condicionan, fuerzan o influyen a sus integrantes, obteniendo de ellos el esfuerzo que individualmente no produciría el resultado buscado.
Para que la sociedad funcione estas estructuras jerárquicas mantienen relaciones que las hacen interdependientes de forma que unas y otras contribuyen a mantener el statu quo((‘Estado de cosas de un determinado momento’ – Wikipedia)).
Las organizaciones han respondido desde los inicios a nuestros días a motivaciones para conseguir, desarrollar o dominar algo con interés en la sociedad, por ello han existido y existen.
En este sentido servían igual tanto para conseguir un beneficio privado como un bien común.
Su origen nos sirve para entender cual de ellos ha sido más determinante en su constitución, aunque el inicio no determine su evolución posterior. En la mayoría de casos ha sido el beneficio privado el origen de la motivación inicial y su desarrollo posterior.
La sociedad necesita sin embargo una subjetividad(( Sociología: ‘Desde el punto de vista de la sociología, la subjetividad se refiere al campo de acción y representación de los sujetos siempre condicionados a circunstancias históricas, políticas, culturales, etcétera. Aquí hace yuxtaposición con el sujeto enunciado en la filosofía post-kantiana, con lo que se habla de la Teoría Crítica. Hay sujeto en el marxismo (o en algún tipo de lectura marxista), hay sujeto en Fichte y desde luego en Hegel, en la posterior escuela de Frankfurt, en la reivindicación crítica de la modernidad cultural de Habermas, en cierto psicoanálisis social, en cierto constructivismo, en el feminismo, en algunos posestructuralistas al menos como crítica. En todo caso, es a partir del giro anti-metafísico y crítico de Kant a finales del siglo XVIII, que se hereda esta categoría primero a la filosofía y luego a la teoría social.’ – Wikipedia)) común que la una, un ‘pegamento‘ que hace las mentes de la época, los dioses de la antigüedad, las religiones contemporáneas, las corrientes filosóficas o políticas dominantes influyan decisivamente en lo que la sociedad acepta sin resistencia.
Sin la subjetividad colectiva no habrían existido ni estados ni imperios ni bien común. Es ella la que nos permite colaborar, actuar individualmente como seres sociales. El movimiento obrero en sus inicios o los movimientos nacionales son casos típicos.
Las grandes corporaciones de nuestra época crean sus propias subjetividades, sus eventos sociales, su mensaje… Sin ella se desmembrarían, no podrían ejercer su poder.
El estado ha sido la constante organizacional que se ha encargado de mantener esta cohesión. Como tal organización puede gestionar el bien común, pero también por ello mismo puede gestionar y gestiona el beneficio privado, como intuimos en los casos de corrupción, privatizaciones etc.
Esta doble moral((La moral es el conjunto de costumbres y normas que se consideran «buenas» para dirigir o juzgar el comportamiento de las personas en una comunidad. También es la diferenciación de intenciones, decisiones y acciones entre las que se distinguen como propias (correctas) y las impropias (incorrectas). Se distingue de la ética en que ésta es una moral transcultural o universal, aunque suelen confundirse. La moral permite distinguir cuáles acciones son buenas y cuáles son malas con criterios objetivos. Otra perspectiva la define como el conocimiento de lo que el ser humano debe hacer o evitar para conservar la estabilidad social. – Wikipedia)) de las organizaciones es en realidad la constante dominante en nuestra historia de forma que el beneficio privado ha dominado y condicionado al bien común y en muchos casos lo ha destruido.
La jerarquía interna de las organizaciones ha garantizado que estas sigan el camino trazado por quienes las dominan, a pesar de que este nos pueda llevar al despeñadero, nos intoxique físicamente o manipule nuestras mentes. La inconsciencia de sus integrantes es un atributo necesario para conseguir su colaboración y evitar la rebeldía.
En todas las organizaciones jerárquicas existe el bonapartismo((Genéricamente, como término del vocabulario político aplicable a cualquier situación, es utilizado preferentemente de forma peyorativa, implicando la acusación de autoritarismo y populismo; por ejemplo, en la práctica de resolver cuestiones políticas recurriendo al referéndum en circunstancias en que el gobernante impone su capacidad para manipular la opinión pública a su favor.- Wikipedia)), las prácticas de división, enfrentamiento interno, represión y amancebamiento que permiten a quien ejerce el poder obtener el beneficio privado que persigue.
Amenazados en el fin del capitalismo tardío, por las nefastas consecuencias de nuestra acción inconsciente, tenemos la opción de siempre: mantener la ambigüedad moral de las organizaciones de la sociedad y por tanto la subordinación del bien común al beneficio privado en su grado más extremo.
Organizaciones de Bien Común
Pero también tenemos la opción de desarrollar organizaciones sociales motivadas por el bien común en las que el beneficio privado quede en segundo plano.
Estas por naturaleza deberán ser horizontales, transversales a la sociedad, subordinadas a esta, distribuidas por el planeta.
Responderán a las motivaciones y necesidades sociales que siempre se pueden resolver desde una Posición de bien común. Todas las personas afectadas por la actividad de la organización del bien común del que se trate obtendrán tanto beneficio personal como social, Beneficio de 360º.
Educarán en habilidades sociales para el ejercicio del poder, pero nunca serán ellas quienes lo ejerzan ya que se atendrán al Contrato social establecido con la sociedad.
Las Organizaciones de Bien Común se pueden crear por evolución de las organizaciones existentes, por nuevas creaciones, por iniciativa de personas o grupos con objetivos de bien común. Se pueden disolver por si mismas sin han cumplido su cometido.
En sus seno nacerán Políticas de bien común, iniciativas sociales, ciencia, cultura o Instituciones políticas.
Las Organizaciones de Bien Común son imprescindibles para la Transición del Beneficio Privado al Bien Común y su principal motor son las personas conscientes, empoderadas en el bien común, que las integran.