Como humanos, ‘homo sapiens'((Homo sapiens (del latín, homo ‘hombre’ y sapiens ‘sabio’) es una especie del orden de los primates perteneciente a la familia de los homínidos. También son conocidos bajo la denominación genérica de «hombres». Los seres humanos poseen capacidades mentales que les permiten inventar, aprender y utilizar estructuras lingüísticas complejas, lógicas, matemáticas, escritura, música, ciencia y tecnología. Los humanos son animales sociales, capaces de concebir, transmitir y aprender conceptos totalmente abstractos. Wikipedia)), debemos nuestro ser a nuestras capacidades sociales, que nos permiten superar las limitaciones genéticas que mantuvieron a otros homínidos durante millones de años en una posición intermedia en la cadena trófica.
Tenemos diferencias genéticas con homínidos anteriores que no son decisivas, de hecho, se produjeron cruces híbridos entre ellos. Lo que más nos distingue es el desarrollo de las capacidades sociales gracias al manejo de conceptos abstractos y estructuras lingüísticas complejas.
El ser humano como ser social está dotado de libre albedrío; es un ser libre e intelectualmente capaz por sí mismo. Su identidad personal es relativa a los factores sociales que contribuyen a crearlo y lo definen. A lo largo de nuestra evolución hemos progresado en desarrollo humano((El desarrollo humano es el proceso por el que una sociedad mejora las condiciones de vida de sus miembros a través de un incremento de los bienes con los que puede cubrir sus necesidades básicas y complementarias, y de la creación de un entorno social en el que respeten los derechos humanos de todos ellos. También se considera como la cantidad de opciones que tiene un ser humano en su propio medio, para ser o hacer lo que él desea ser o hacer. El Desarrollo Humano podría definirse también como una forma de medir la calidad de vida del ser humano en el medio en que se desenvuelve. Wikipedia)):
- Estadios muy básicos en la prehistoria con sociedades tribales, sencillas y poco numerosas en la que éramos totalmente dependientes de la pequeña comunidad en la que nacimos, y a la que estábamos unidos por vínculos familiares y simbólico religiosos. Una etapa idealizada como comunismo primitivo que nos mantuvo aún muy cerca del reino animal y otros homínidos.
- Estadios más complejos, tras dejar la vida nómada, con la aparición de ciudades, el desarrollo de la agricultura y ganadería, la escritura y más tarde la imprenta, el crecimiento de artes, literatura, matemáticas…, la arquitectura, el transporte… Un creciente peso de la cultura, religiones, ideologías intercontinentales que nutrieron nuestros valores simbólicos y exigieron sociedades más complejas, las primeras leyes, estados e imperios.
- Y el estadio actual de la globalización capitalista y la era del conocimiento, que nos hacen seres muy complejos:
Sabemos, por los avances en el conocimiento del propio ser humano, que estamos vinculados y conectados con nuestra comunidad y el resto del mundo, como si tuviéramos dispositivos que nos conectan, conectores sociales, compuestos por actitudes, o emociones que nos permiten forjar una versión propia del conocimiento general de la sociedad, conocimiento vivo alimentado por diferentes fuentes de conocimiento y nuestra propia experiencia.
Las exigencias del capitalismo, en los países centrales del imperialismo han exigido mayor especialización y conocimiento. Se han masificado las universidades, las formaciones medias y no regladas, se ha acelerado la movilidad en el trabajo, de forma que cualquier persona afronta su vida conocedor del valor temporal de su formación inicial, y que tendrá que complementar con una formación continua((Educación por extensión, formación permanente, educación continua, formación continua o capacitación continua, también conocida como educación a lo largo de la vida, son términos que comprenden una gran cantidad de actividades y programas de aprendizaje teórico-práctico, que se realiza después de la formación obligatoria o reglada (ya sea educación secundaria, bachillerato, formación profesional, o formación universitaria), y que puede extenderse durante toda la vida. Wikipedia)).
La globalización y la competencia han acelerado el acceso al conocimiento. La tecnología y su medio, Internet, han convertido el conocimiento en un valioso capital productivo creando nuevas disciplinas para el trabajo con intangibles: la Gestión del conocimiento o la ingeniería del conocimiento que han motivado el desarrollo de la psicología y neurociencias. Disciplinas que buscan la implicación emocional, la socialización, la colaboración, la inteligencia colectiva, para rentabilizar el conocimiento con la mejor herramienta para manejarlo, nosotros mismos. La ingeniería de datos y las inteligencias artificiales son herramientas de la era del conocimiento que complementan y prolongan nuestras capacidades, como lo hicieron los telescopios o las calculadoras.
Se desarrollan también para aumentar la integración de personas cada vez más complejas. Hemos superado la estandarización, el trabajo en serie o en cadena, de forma que nuestra capacidad intelectual y el nuevo acceso al conocimiento potencian el libre albedrío.
Cada ser humano tenemos una inteligencia que es combinación de distintos tipos de inteligencias, habilidades cognoscitivas que trabajan juntas, aunque como entidades semiautónomas. Cada persona desarrolla unas más que otras((Teoría de las Inteligencias Múltiples «La inteligencia no es un conjunto unitario que agrupe diferentes capacidades específicas, sino una red de conjuntos autónomos, relativamente interrelacionados. Para Gardner el desarrollo de algún tipo de inteligencia depende de tres factores: Factor Biológico, factor de la vida personal y Factores culturales e históricos. Para Howard Gardner, la inteligencia es un potencial biopsicológico de procesamiento de información que se puede activar en uno o más marcos culturales para resolver problemas o crear productos que tienen valor para dichos marcos. De esta manera, desde esta perspectiva las inteligencias no son algo que se pueda ver o contar: son potenciales ―es de suponer que neurales― que se activan o no en función de los valores de una cultura determinada, de las oportunidades disponibles en esa cultura y de las decisiones tomadas por cada persona y/o su familia, sus enseñantes y otras personas.»- Howard Gardner – Wikipedia )). La cultura y la oferta productiva ayudan al desarrollo de la personalización de forma que el ser humano, en la medida que incrementa su conocimiento y capacidad de decisión, tiende por naturaleza a diversificarse.
Los valores inmateriales de la globalización han desvelado valores humanos preexistentes, valores de bien común, con los que la humanidad está creando una conciencia global.
En eras anteriores de la humanidad, los seres humanos hemos colaborado ‘desconectados’ por el Bien Común gracias a referencias simbólicas y míticas, religiones y culturas. En la era de la globalización capitalista y el conocimiento proseguimos en la evolución humana con nuevos referentes fruto de la superación e hibridación de los que nos unieron en el pasado: los valores de bien común presentes en la naciente conciencia global, cercanos y globales, crean nuestra identidad humana. Una versión individual, personalizada, de seres más evolucionados, capaces de identificar el ‘yo’ como parte inseparable del ‘nosotros’ que la humanidad hemos ido construyendo hasta nuestros días.
Personalización e identidad personal van unidas, asumimos como propios los valores de la sociedad, reflejados normalmente por el arte, la cultura y la estética. Cuanto mayor es la identidad, con mayor facilidad se moviliza. De esta forma los movimientos globales están movilizando a las personas más identificadas con los valores de Bien Común de la creciente conciencia global. Las personas identificadas con estos valores se sienten empoderadas, identificadas consigo mismas y por la sociedad por unos mismos valores.
La combinación de los valores de bien común es distinta para cada persona. Se manifiesta en su conocimiento vivo según el grado de conocimiento de cada uno de ellos y su relación personal.
Las personas distantes con los valores de la sociedad tienden a distanciarse de ella, tienen un conocimiento distinto, que, como si fuera una materia plástica, se puede modificar. La sociedad ofrece los medios: formación, actividad social, tradiciones, costumbres… Las personas, dotadas de capacidad racional propia, podemos experimentar tales conocimientos según nuestras propias decisiones y personalizarlos en nosotras mismas generando nuestra propia identidad.
La identidad personal es un valor simbólico complejo con el que las demás personas identificamos a cada uno de nuestros congéneres, permitiendo decidir cuál es nuestra relación con ella en forma de actitudes sociales.
La identidad personal cambia a lo largo de nuestra vida, de forma que nuestra posición social evoluciona constantemente. El género humano hemos cambiado y estamos cambiando nuestra identidad como especie de forma que ya tenemos muchos valores, reconocidos en derechos humanos, mientras incorporamos nuevos.
Siempre hemos sido humanos relativos a la sociedad en la que nos ha tocado vivir, a los factores de nuestra existencia. Cambian las referencias y cambiamos nosotras mismas. De esta forma creamos la conciencia necesaria para desarrollar nuestras vidas en la sociedad. De esta forma también participamos en su creación que refleja nuestro estado de desarrollo humano. Somos seres sociales, somos seres con libre albedrío. El bien social y el individual se unen, sin confundirse, en el bien común.
La creación de una conciencia global indica que nos estamos preparando para otro cambio, otro grado evolutivo de las personas y la propia especie. Otras condiciones para el desarrollo personal, otra sociedad.
Inteligencia Social, Libre albedrío, Bien Común, Posición del Bien Común