La explotación de unos seres humanos por otros existe desde que existe la humanidad. Hay constancia de ella por los esclavos mencionados en los primeros escritos de Mesopotamia, Egipto o la Grecia Antigua. Por su origen, los cautivos de las guerras, es de suponer que existieron mucho antes que la escritura. Un esclavo aumenta con su capacidad de trabajo el poder de quien le domina, es mejor trabajando que los animales, entiende la sociedad humana.
La mujer ha sido también explotada desde los inicios por su capacidad reproductiva. Los hijos son la fortaleza de un clan familiar que, combinados con el cultivo agrícola en el neolítico, dieron periodos excepcionales de matriarcado y la primera explotación infantil. Niños abandonados eran convertidos en esclavos para aliviar los trabajos de la esposa del cazador o guerrero.
La violencia fue el método habitual para doblegar a quienes debían renunciar a su libertad y entregar su poder personal. El bien común que garantizaba nuestras habilidades sociales, lactancia, infancia, alimento, educación…, no daba mejores condiciones de vida, más allá de la supervivencia, cuando no había hambruna o enfermedades. La explotación liberaba a quienes la ejercían de condicionantes naturales que en muchas ocasiones suponían la muerte, obtenían tiempo, más alimento, más años de vida, mejor aprendizaje. Si surgió la especialización es porque algunos seres humanos explotaban a otros y desarrollaban oficios deseados por los más poderosos, jefes de clanes, sacerdotes y los primeros empleados libres, escribas y cortesanos de su diversión.
El estado no nació del comunismo primitivo sino de la explotación y la conquista que dotaba a la comunidad de riquezas sin invertir trabajo en ellas, es una evolución de la organización social para facilitar el beneficio privado manteniendo el bien común, ineludible para una especie que sobrevive por sus habilidades sociales.
Los ciudadanos griegos pudieron desarrollar la democracia gracias a sus esclavos que los mantenían trabajando cuando decidían el plan militar (Pericles). Se convirtieron en inexpugnables murallas con su especialización militar en Esparta gracias al trabajo esclavo que los liberaba de la subsistencia.
Roma dominó el Meditrerráneo sometiendo a sus pueblos que llenaron Roma de esclavos y riquezas sin los que no se habría desarrollado sus arquitectura y arte. Sus poderosas legiones volvían de la conquista trayendo riquezas a su economía doméstica, esclavos y esclavas, algunos filósofos griegos para educar a su prole, metales, armas, joyas..
Ser ciudadano romano, ciudadano libre, era gozar de las ventajas de una explotación humana garantizada por el estado. Un esclavo según fuera manumitido podía tener esclavos en la siguiente generación.
La servidumbre feudal no cambió la situación. Liberados los esclavos por el cristianismo evolucionó la explotación: se mantuvo el dominio por la violencia de los señores feudales que impusieron la servidumbre y se extendió el dominio de las mentes en el territorio del desaparecido imperio por una iglesia que sustituyó al imperio con su propia organización. Ambos explotaron al ser humano:
Los siervos, bajo riesgo de sus vidas, daban al señor impuestos en especie de sus cosechas y ganados, las tierras eran dominadas militarmente por el señor, así como los talleres en los que producían pequeñas artesanías, tejidos, herramientas de metal y armas…
La iglesia no se quedó a la zaga, tenía sus propios dominios, en algunos casos monacales, cobraba derechos a sus siervos, controlaba su educación, disponía de ejércitos y órdenes militares.
La acumulación de riqueza por la nobleza y la paz de las monarquías hereditarias permitieron una mayor especialización social concentrada en las ciudades donde los nuevos artesanos y comerciantes se podían refugiar bajo la protección del rey que pagaba con moneda a sus huestes ya que no se podía fiar de las tropas de sus nobles. El uso generalizado de la moneda acumuló poder en manos de la burguesía, un poder que sin embargo provenía de la explotación feudal al que podían acceder pagando un título nobiliario.
Sin la expansión comercial y colonial la burguesía no habría obtenido una explotación propia, de otros seres humanos, en la que apoyar su reto a la nobleza por el dominio del estado que, como siempre en la historia, les sirvió para garantizar su beneficio privado.
El dominio del capitalismo ha traído una mayor expansión de la explotación humana y de la naturaleza. Ha extendido su gobierno a la educación, a la ciencia, y a las propias funciones sociales que garantizan el bien común de forma que amenaza nuestra propia supervivencia. Ha sido capaz de superar las organizaciones sociales previas integrando formas de dominio y explotación más antiguos: el colonialismo, el dominio de la mujer, la explotación de los niños, la competencia entre explotados y el dominio de la información y el lenguaje. No nos puede sorprender de que de tal grado de explotación humana haya surgido el totalitarismo ya que este, en cualquiera de sus variantes ideológicas, sigue persiguiendo el bien privado que domina al bien común desde nuestros orígenes.
Desambiguación
Hoy existe y ha existido siempre una parte de la humanidad que considera positiva la explotación de otros seres humanos. Hay también quienes prefieren no preguntarselo y no saber tanto para consumir productos a bajo precio cuyo secreto es la mano de obra infantil en la India. También existe el consenso para no hablar ni una palabra de lo que hay tras la electrónica barata que tanto nos gusta consumir; descubriríamos un sistema totalitario con mano de obra cualificada pero con un bajísimo nivel de consumo, hacinación en la vivienda, inexistencia de sindicatos o ausencia total de libertades políticas.
Nos encanta el mango, la papaya, y otros productos tropicales por cuya producción y exportación se arrasa la selva amazónica. Primero se creó en EE.UU una población tolerante al consumo de drogas y hoy es un fenómeno mundial controlado para una población bien educada y consumista en su escaso tiempo libre. La tolerancia con el consumo nos permite tolerar el negro y violento negocio que se esconde tras el por el que miles de campesinos fueron asesinados en Colombia creando una clase rica, con manos ensangrentadas, que puede llegar a recibir honores de estado.
No es diferente la ambigüedad social con la prostitución que explota a mujeres mantenidas a la fuerza en condiciones esclavistas o el turismo que nos provee de un lujo temporal en el que disfrutamos de preciosos paisajes, cócteles exóticos, atracciones excitantes o museos increíbles a costa de trabajo precario destrucción del entorno y hasta prostitución en destinos especializados.
Podemos concluir que una de las aspiraciones sociales contemporáneas más comunes, la defensa del estado del bienestar, alberga muchas explotaciones humanas aceptables para un importante sector social, pero quizás no tanto para quienes la sufren.
Si vamos a las visiones políticas la ambigüedad puede ser muy escandalosa: personas que defienden las máximas libertades políticas en el pais en el que viven le parecen extremadamente peligrosas en países comunistas porque allí creen que gobiernan los suyos y por tanto es plenamente aceptable, así tiene que ser la explotación de la sociedad para que sus correligionarios no pierdan el poder ante sus enemigos.
Y llegamos a una ambigüedad dolorosa para personas conscientes, los trabajadores que no hacen huelga porque no se consideran tan explotados como dicen los huelguistas con los que comparten empresa.
Estas ambigüedades morales con la explotación se han dado a lo largo de nuestra historia: Aristóteles consideraba la esclavitud algo natural y es muy probable que quien consiguiera un esclavo para su clan familiar en el idílico comunismo primitivo se sintiera feliz de encontrarse un poco más lejos de la muerte por las ventajas que le daba la explotación de su trabajo.
O en la edad media… ¿estamos seguros de que ningún campesino quería entregar el diezmo de sus cosecha al señor feudal?. Es probable que su comunidad le reprendiese por la ira violenta que este podía desatar contra tod@s y por contravenir la palabra de dios perfectamente reflejada en el arte catedralicio. Quien tiene hambre sin embargo quiere comer, aunque su señor considere que no ha dejado suficiente para pagar los derechos que le corresponden de su servidumbre.
La función social
Marx explicó en El Capital como la explotación del trabajo asalariado formaba parte del sistema de reproducción del capitalismo por el cual la burguesía realiza sus beneficios en el mercado, organiza la renovación del capital productivo y mantiene viva a la clase obrera pagando lo suficiente para que se pueda reproducir y ser explotada su fuerza de trabajo.
En su lógica económica encontramos la explicación del caos social: quienes controlan el proceso del capital intentan maximizar el beneficio para decidir con mayor libertad cuanto va a su beneficio privado y cuando a la renovación del proceso productivo y como afinar la explotación de los trabajadores para sacarles lo máximo posible sin provoca huelgas o una indignación tan potente que pueda destruir su negocio a pesar de la intervención de las fuerzas represivas y la justicia.
Marx fué el primero que reconoció la función social del trabajo y por ello el de la burguesía como organizadora de la sociedad. Pero no aceptó que a una parte de los trabajadores les pareciera bien hasta cierto punto. Aquellos que por su nivel de vida no se sienten amenazados por las reorganización social constante que vive el capitalismo aceptan gustosamente la explotación de su fuerza de trabajo. También existe quien no está contento con ser precario y ansia un nivel mayor en la escala social y termina optando entre hacerse político o ponerle la zancadilla a su jefe para ocupar su sitio. No está haciendo distinto que su antecesor prehistórico que deseaba tener un esclavo.
Ahora es más difícil verlo por la complejidad de nuestra sociedad, pero quien escapa a la vida humilde mediante la política se beneficia de la explotación del estado a través de los impuestos con los que este paga su privilegiado salario. O si consigue progresar en la escala de la empresa participa, así no quiera, en la explotación de la empresa a sus trabajadores con la que después el consejo de dirección decide los salarios de los jefes.
Pero Marx no entendió, no tuvo tiempo, no podía saber que la percepción de la explotación, y en qué grado, es algo subjetivo.
Somos humanos, solo podemos vivir en sociedad, la que nos ha tocado vivir, por tanto la necesidad de cambiar la sociedad nunca será vista por todos de la misma forma. Todos somos racionales, vemos subjetivamente lo que nos rodea y aunque compartamos valores con un sector social, con otros tenemos una posición distinta, somos humanos relativos.
Explotación y patrimonio
Las Médulas es un increíble paisaje creado por el ser humano y considerado patrimonio de la humanidad. Goza como bien común de un gran consenso en que hay que protegerlo. Es lo que ha quedado de unas enormes minas de oro que explotaron los romanos en el noroeste peninsular, hoy el Bierzo en León. Destruyeron una enorme área mediante la técnica de ‘derrubio montis‘ que combina túneles excavados por trabajadores asalariados con inundaciones por vuelco súbito en su interior de enormes cantidades de agua traída con canales de otros lugares. El imperio explotó sus fuerza de trabajo llevando a Roma el precioso metal con el que se construyeron obras arquitectónicas que hoy atraen a miles de turistas.
No nos duele la explotación en Roma de quienes los construyeron, ni los padecimientos de quienes cavaban los túneles de los que muchos con seguridad murieron, ni claro de las miles de personas que llegaron a morir a diario en el coliseo para disfrute de los ciudadanos libres, romanos que sostenían el imperio y apreciaban los poemas de Nerón antes de que este quemara Roma por su pasión lírica. Todo ese dolor forma hoy parte de nuestro patrimonio como humanidad.
Explotación Social
El estado y la burocracia están en el origen de la primera explotación social1 mediante el uso de la fuerza, por la posición privilegiada y socialmente legitimada, que ocupan.
Se produce contra sus propios ciudadanos a los que extraen una parte de su cosecha y contra los enemigos capturados que se convierten en esclavos en los primeros estados de la antigüedad.
La edad media reproduce esta situación convirtiéndolo en los derechos del señor feudal al que se pagan primero en especie y después en moneda. En la edad moderna aparece el impuesto destinado a los mismos fines. En la actualidad lo llamamos Hacienda pública con la que se pagan los servicios sociales que organiza el estado en nuestra compleja sociedad, pero también a toda la capa administrativa de funcionarios y a la familia real.
La explotación capitalista nace del deseo de la burguesía urbana por acceder al poder del estado y los beneficios privados que este posee por su función social. Obtiene su riqueza originaria de la relación con el estado que usa para obtener un grado cada vez mayor de independencia, organizando una explotación social propia. En sus inicios compra títulos nobiliarios, participa en sus campañas militares y mantiene con la nobleza territorial una tensión, a veces violenta, para escapar de sus obligaciones y ganar exenciones y derechos especiales.
La explotación humana, en todas sus variantes, es consecuencia del dominio del beneficio privado sobre el bien común. Solo desaparecerá con el dominio del bien común.
- Se entiende por explotación social una relación social aceptada o legitimada ya sea por las costumbres o las leyes, en la cual algunas personas — generalmente definidas como miembros de alguna categoría o jerarquía o que poseen un rol social específico— son abusadas o utilizadas a beneficio de otros debido a su pertenencia a tal categoría o estatus, – Wikipedia [↩]